¿Para qué sirve la mediación? Básicamente, permite la resolución de controversias entre particulares. Los procesos se caracterizan porque presentan una menor rigidez en los procedimientos, a las vez que permiten una mayor celeridad. Además, por sus características, se produce un menor coste, a diferencia del sistema judicial. Ahora bien, ¿cuáles son los principios de la mediación? A continuación, veremos cuáles son los pilares en los que se basa.
Principios de la mediación.
Para que sea efectiva, la mediación se fundamenta en una serie de principios que garantizan la neutralidad del proceso. Por supuesto, es preciso conocer cada uno de estos para comprender a mayor grado su funcionamiento y alcance.
El primer principio de la mediación es la confidencialidad, la cual garantiza que no tendrán acceso a información sensible terceras personas. Con esto, se garantiza que tanto la documentación como el contenido de las reuniones de mediación se mantendrán bien resguardadas. En este caso, sin importar quien requiera la información, el mediador puede argumentar sobre la base del secreto profesional para evitar revelar dicha información. Por ese motivo, quiénes se acogen a un proceso de mediación pueden tener la certeza que no se revelará ningún dato sin su autorización.
Por otro lado, la mediación también se basa en la voluntariedad. En este caso, para someterse a un proceso de mediación debe existir la voluntad de ambas partes. Esto significa que tanto su asistencia al proceso como la aceptación de los términos expuestos tienen como base la voluntad de los implicados. A su vez, en ningún momento se les puede obligar a presentarse a las sesiones del proceso de mediación ni tampoco a aceptar ciertas condiciones.
También, la mediación se basa en los principios de imparcialidad y neutralidad. Lo anterior significa que el mediador no debe reflejar ningún tipo de interés en favorecer en el conflicto a una de las partes sobre la otra. Por eso, su papel se limita a dirigir y guiar el proceso de mediación, pero en ningún momento se involucra en el problema. Con este propósito, se espera que sea neutral y, como resultado, que el trato sea equitativo e imparcial. Esto suele ser difícil para la mayoría de las personas, pues nuestra tendencia es favorecer a quién nos parece que tiene la razón. Sin embargo, el mediador no tomará partido en el conflicto, por lo que evitará emitir un juicio.
Otros principios básicos en los que se fundamenta.
En un orden de ideas similar a lo que ya hemos mencionado, el proceso de mediación debe fundamentarse en la bilateralidad y la buena fe. Con respecto al primer punto, el principio de bilateralidad se refiere a que a las partes implicadas en el conflicto tienen las mismas oportunidades y derechos. Por lo tanto, ambas podrán expresar con plena libertad su opinión y deseos con la finalidad de resolver el problema. Lo anterior no significa que está permitido expresar cualquier idea durante el proceso de mediación. En realidad, el mediador está autorizado para moderar las sesiones, pues es el responsable de que se desarrollen adecuadamente. Entonces, la libertad a la que se hace referencia con el principio de bilateralidad se refiere a la garantía de expresar cualquier idea que contribuya a la resolución pacífica del problema o desacuerdo.
Al mismo tiempo, ambas partes deben regirse por el principio de buena fe, evitando a toda costa dañar a la contraparte. Por supuesto, esto no significa que se evitará a toda costa la administración de la justicia en el proceso legal. Más bien, se refiere a la habilidad de negociación y colaboración de ambas partes, pues el propósito principal del proceso es llegar a acuerdos que satisfagan su sentido de la justicia.
En cualquier caso, los principios en los que se basa la mediación civil permiten la resolución pacífica de los conflictos.