La noticia que se ha dado a conocer sobre el caso del niño de ocho años con Trastorno del Espectro Autista (TEA) que sufrió quemaduras en la mano mientras se encontraba en la escuela es sumamente preocupante. Lo más alarmante es la falta de claridad y las múltiples versiones contradictorias que la escuela ha ofrecido a los padres del menor.
Es inaceptable que la escuela haya dado «tres versiones» diferentes sobre cómo ocurrieron las heridas del niño. En primer lugar, se les informó que las quemaduras podrían ser un efecto secundario de una medicación que el niño estaba tomando. Esta versión resultó poco creíble para los padres, ya que no había ninguna evidencia de que la medicación pudiera causar tales lesiones.
Posteriormente, se les dijo que el niño se había herido al meter la mano bajo el grifo del agua caliente. Sin embargo, esto también resulta difícil de creer, ya que el menor no tiene la capacidad de lavarse las manos por sí mismo y es hipersensible al dolor y al calor. Además, la explicación de que los adultos no notaron que el agua estaba caliente mientras lo limpiaban porque llevaban guantes es simplemente inverosímil.
La falta de una respuesta clara y consistente por parte de la escuela ha generado incertidumbre en los padres, quienes tienen todo el derecho de conocer la verdad sobre lo que realmente sucedió. Es fundamental que se aclaren los hechos y se determinen las responsabilidades correspondientes.
Es importante destacar que el reglamento escolar establece claramente que la caldera debe regularse para que la temperatura máxima del agua sea de 60 grados. Si se comprueba que la escuela no tomó las medidas adecuadas para garantizar la seguridad de los alumnos, deberán asumir las consecuencias legales correspondientes.
Además de las heridas físicas, el niño también ha experimentado un impacto psicológico, ya que ahora tiene miedo al agua. Es lamentable que debido a su discapacidad no pueda expresar lo que ha vivido y cómo se siente. Es fundamental que se brinde apoyo psicológico tanto al menor como a su familia para ayudarles a superar este difícil momento.
Es alentador saber que el hospital ha informado al juzgado sobre las heridas del niño, ya que es un procedimiento necesario cuando se detectan lesiones en un menor que podrían no ser producto de un accidente. La familia también ha presentado una denuncia ante las autoridades correspondientes, con el apoyo de un despacho de abogados especializado en el tema.
En conclusión, es evidente que la escuela ha fallado en su deber de proteger y cuidar a sus alumnos. La falta de transparencia y las múltiples versiones contradictorias generan dudas sobre la integridad y la responsabilidad del centro educativo. Es necesario que se realice una investigación exhaustiva para esclarecer los hechos y garantizar que situaciones como esta no vuelvan a ocurrir.