En los procedimientos judiciales, hay situaciones en las que el juez necesita apoyo experto para entender aspectos técnicos o científicos que exceden el ámbito puramente jurídico. Es en ese contexto donde entra en juego la figura del perito judicial, un profesional cuya intervención puede ser determinante en la resolución de muchos casos.
A lo largo de este artículo, explicamos en qué consiste su trabajo, cuáles son sus competencias principales, qué tipo de pruebas realiza y cómo se elabora un informe pericial.
¿Qué es un perito judicial?
El perito judicial es un especialista con conocimientos técnicos o científicos en un área específica —como medicina, contabilidad, ingeniería, arquitectura o automoción— que actúa como auxiliar del juez, aportando su visión experta sobre hechos concretos que requieren una interpretación profesional.
Su misión es evaluar, analizar e interpretar datos objetivos para emitir un dictamen o informe que contribuya a la toma de decisiones del tribunal. Aunque su opinión no es vinculante, suele tener un peso considerable, especialmente cuando está bien fundamentada.
El perito puede ser designado por el propio juzgado (perito judicial de oficio) o propuesto por alguna de las partes (perito de parte).
Competencias y perfil profesional
Para ejercer como perito judicial es imprescindible contar con formación específica y experiencia demostrable en la materia sobre la que se va a dictaminar. Además, debe estar debidamente acreditado o inscrito en listas oficiales de peritos de los tribunales o en colegios profesionales.
Entre las competencias clave del perito destacan:
- Dominio técnico de su especialidad.
- Capacidad de análisis y síntesis.
- Habilidad para redactar informes claros, objetivos y comprensibles.
- Imparcialidad y ética profesional.
- Seguridad y precisión a la hora de defender su informe ante un juez o tribunal.
El perito debe ser especialmente cuidadoso con la neutralidad: no puede tomar partido por ninguna de las partes, ni dejarse influenciar por intereses ajenos a los hechos analizados.
Tipos de pruebas y especialidades
La actuación de un perito judicial puede abarcar una gran variedad de ámbitos. Desde tasaciones de bienes inmuebles, auditorías contables, reconstrucciones de accidentes, informes médicos forenses o valoraciones psicológicas, hasta casos más cotidianos como reclamaciones por daños materiales tras un siniestro.
Por ejemplo, si una persona ha sufrido un accidente de tráfico, puede necesitar la intervención de un perito de coches para valorar los daños sufridos por el vehículo, analizar las circunstancias del accidente o incluso determinar si hubo un fallo mecánico previo. Este tipo de peritajes son esenciales para reclamaciones ante aseguradoras o para procedimientos judiciales en los que se discute la responsabilidad del siniestro.
El informe pericial
El producto más importante del trabajo de un perito judicial es el informe pericial. Este documento debe detallar, de forma clara y rigurosa, las pruebas realizadas, la metodología empleada, los resultados obtenidos y las conclusiones técnicas derivadas del análisis.
El informe debe estar redactado de forma comprensible, evitando tecnicismos innecesarios pero sin renunciar a la precisión. Además, debe estar respaldado por datos verificables y explicaciones objetivas.
En muchos casos, el perito deberá ratificar su informe en sede judicial, respondiendo a las preguntas de los abogados de ambas partes y del propio juez. Esta comparecencia permite aclarar dudas y reforzar la validez del dictamen.
Garantía de imparcialidad y valor legal
La imparcialidad del perito es fundamental. Su independencia aporta credibilidad al informe y fortalece su valor como prueba. Por este motivo, los tribunales suelen confiar más en peritos judiciales que en peritos de parte, salvo que estos últimos aporten argumentaciones muy bien fundamentadas.
En definitiva, la labor del perito judicial contribuye a que el proceso judicial se base en hechos técnicos sólidos, evitando decisiones erróneas por desconocimiento especializado.