Los grandes olvidados del Derecho en nuestro país, los animales. A nivel estatal, no existe prácticamente regulación legal, aunque sin embargo, a nivel autonómico, cada comunidad tiene su propia ley de protección animal. La regulación y mediación del Derecho animal es necesaria para la ciudadanía. Para sensibilizar, concienciar, y principalmente, para educar.

Es cierto que desde hace unos años, se ha comenzado a regular la ley animal y ha comenzado a adquirir importancia, pero aún queda mucho camino por recorrer.

En este artículo vamos a tratar un caso de negligencia veterinaria por daños morales a una familia, que no hubiese ocurrido de haber existido una regulación y una supervisión de los centros veterinarios más estricta. 

La abogada Lola García, especialista en Derecho animal, fue elegida para llevar al éxito este caso. La familia llevó a su perro de raza chihuahua a un veterinario, que los convenció para castrar al perro con tan solo 8 meses. La familia, al no recibir noticias de la operación ni de la clínica veterinaria, decidió llamar, y le comunicaron que el perro había fallecido al comienzo de la operación por un shock anafiláctico.

Días después, la abogada García supo que el veterinario no cumplía con los requisitos para realizar una intervención quirúrgica de esas dimensiones, ya que el centro estaba reconocido como un consultorio, y no como una clínica para llevar a cabo ese tipo de cirugías, además de no contar con el material necesario para ello.

Finalmente, y tras el juicio, el veterinario queda condenado a pagar una indemnización a la familia de 1.820€ principalmente por los daños morales a la familia, y sobre todo, a los niños pequeños que quedaron destrozados con la noticia.

Además, el Colegio de Veterinarios de Sevilla ha abierto un expediente contra el veterinario por su mala praxis, y ha sido sancionado.

Los animales son parte de la familia en la que se encuentran, y deben ser juzgados por lo que son, seres dotados de sensibilidad con derechos. Por ello, se debe velar por su bienestar y seguridad.

La falta de regulación también se ha podido comprobar durante el confinamiento. Aún en el siglo XXI, se han dado casos de familias que han adoptado perros simplemente para salir a pasear durante el estado de alarma incluso cuando el animal ya estaba cansado. Esto ha supuesto una salida en masa de animales de las perreras, que han quedado vacías, aunque también han recibido a nuevos miembros debido a las familias que han abandonado a sus mascotas en la calle por miedo al contagio. 

En cuanto ha comenzado la desescalada, se han multiplicado los abandonos de perros, y las perreras ya no dan a basto, por lo que se están comenzando a sacrificar a los animales.

Si hubiese una ley más estricta, estas situaciones no se darían bajo ninguna circunstancia. Son animales que nos han acompañado a lo largo de la historia y están presentes en muchos momentos de nuestra vida, por lo que si eres consciente de una acción así, denuncialo.

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