No corren buenos tiempos para la Administración de Justicia. El caso Mari Luz no ha hecho sino poner en la palestra las deficiencias y carencias a las que se enfrentan los justiciables con la actual gestión. Por si fuera poco, ahora conocemos que la desidia de un Juzgado, su fiscalía y la Policía Judicial han obligado al Supremo a anular la condena de un terrorista que había matado a un agente de la Policía.Seguramente, en los próximos días asistiremos a nuevos casos de negligencia y mal hacer profesional de los jueces, que ahora están, para bien o para mal, en la picota.Bien es cierto que ningún gobierno se ha tomado nunca en serio la Administración de Justicia y ha emprendido una reforma en profundidad que le permita acceder a los estándares de calidad que el ciudadano exige. El último intento fue la famosa Oficina Judicial, presentada a bombo y platillo por el anterior titular de Justicia y que finalmente ha quedado en agua de borrajas: cuando los proyectos faraónicos se presentan sin un aporte presupuestario detrás que permita su desarrollo, nos encontramos con fiascos como éste.El Juez del caso Mari Luz no actuó con la diligencia debida. No hay que ser un genio ni un miembro del CGPJ para darse cuenta de ello. Desconocemos la carga de trabajo del titular del Juzgado y la falta de medios que realmente tenga, y no sólo lo desconocemos sino que poco nos importa cuando hay una vida humana de cinco años en juego. Una cosa es equivocarse, propio de nuestra raza y en su caso excusable, y otra muy distinta dejar pasar tres años con un violador de niños en la calle, sin molestarse siquiera en conocer del asunto.Los médicos también están sometidos a enormes cargas de trabajo. No hay más que asomarse a una puerta de urgencias de cualquier hospital para darse cuenta. Sin embargo, si por algún casual se equivocan con resultado mortal en uno de esos muchos pacientes que aguardan agotadoras colas, seguramente tendrá sobre los hombros una querella criminal y, en su caso, el fin de su carrera profesional. Podría objetar las mismas excusas que estamos oyendo pero nadie le haría caso.El mismo trato, por tanto, exigimos que se de a los profesionales de la Justicia, a aquellas personas a las que pagamos para que nos juzguen con diligencia y buen hacer.
No es momento para corporativismos sino para dar respuesta a una ciudadanía que asiste, atónita, a un lamentable espectáculo. Mari Luz debía estar jugando en su casa, y seguramente así estaría si el violador de niños hubiera estado donde le corresponde, en la cárcel.